30 de diciembre de 2009

LA DERECHA SALE DEL PLACARD

Por María Sola

Rolando Hanglin, en un texto imperdible que publica el matutino La Nación en noviembre, abandona la hipocresía y le dice al señor González, un personaje inventado por él, que si piensa así, también debe pensar así y así y que por lo tanto debería reconocerse como un hombre de derecha. El personaje de Hanglin es un típico malhumorado urbano al estilo de la película “Un día de furia”. Un hombre de mediana edad, sin estudios universitarios, comerciante del barrio de Flores que ha sido bombardeado por la inseguridad real y por la sobreactuación de la inseguridad que hacen los medios de comunicación y por la avaricia de su ex mujer que no le tiene piedad a la hora de sacarle plata ¿Pero cuáles son las ideas que debe pensar el Sr. González para ser un hombre de derecha? Ha comprado el paquete que inculcan maestros de la moral pública como el Baby Etchecopar de Radio 10:: mano dura y penalización a los adolescentes , represión a los piqueteros incluso violenta , fastidio porque se les de vivienda u otros bienes gratis a los más pobres, rebelión contra el pago de impuestos, quejas en contra de la libertad juvenil en los colegios secundarios, oposición al matrimonio gay, solicitud de cárcel para los adictos y pedidos de orden y de rigor de varias índoles que incluyen desde la queja porque la ex señora le saca plata hasta la forzada fobia a Irán y simpatía por Israel, cosas que al señor de Flores ni le van ni le vienen, pero que se le dice claramente que si quiere ser un buen señor de derecha debe pensar. Luego Hanglin, nuestro ex pacifista conocido como el “hippie viejo”, concluye con una pregunta nada sutil: “¿Y usted, amigo lector: ¿Es como el señor González, un hombre de derecha? Tal vez pertenece a la derecha pero todavía no se dio cuenta.”
Analicemos un poco. Cuando dijo la verdad la derecha argentina nunca logró triunfar por las urnas. No es para menos. No hay ninguna razón por la cual la población necesite un gobernante que proponga enriquecer a pocos y empobrecer a muchos, usar el Estado para hacer negocios, vender lisa y llanamente los recursos naturales de su país a cambio de papel impreso sin fondos o cobrarle diez veces más cara el agua porque se la regalaron a una multinacional o a los testaferros o que se haga una reforma educativa para bajar el nivel de los chicos para que no piensen y por lo tanto no molesten. Esas cosas no se dicen, se hacen. Los derechistas, que rara vez se autodefinen como tales, replicarán que esos no son los objetivos de la derecha pero todos sabemos que eso es lo que hacen cuando logran el Ministerio de Economía y algún otro hueco en cualquier gobierno .Décadas de políticas neoliberales en el planeta han mostrado que las políticas de la derecha son iguales en todo el mundo y que han dejado un rastro de arrasamiento cultural, contaminación, saqueo e inequidad social que apenas puede ser ocultado por un aparato de desinformación sin precedentes.
Pero la derecha en general no dice la verdad ni necesita hacerlo. Tienen un ejército de publicistas especialistas en meter gato por liebre y en las décadas de oro compraron todos los medios de comunicación. Se presentan disfrazados de Caperucita, Barbie, Ken, Raúl Castells o de Papá Noel o el Rabino Bergman y se instalarán en los quebrantados partidos políticos tradicionales que, pese a todo, son los que todavía tienen el poder a la hora de contar los desanimados votos. A cara de piedra hablarán con tono edulcorado de “república “, “democracia” o de “derechos ciudadanos” o de “justicia social”, compraran los símbolos partidarios de este o de aquel partido como si fueran el merchandising de una marca de perfumes, da igual. Lo que hace falta es llegar al poder.
Pero si tenemos derechistas neoliberales en el justicialismo, en el radicalismo y en el socialismo y en nuevas corrientes de ambigua retórica como el “lilismo” y si a eso agregamos que la cúpula eclesiástica les es fiel pese a la atroz contradicción entre los principios que defiende la derecha y el Nuevo Testamento y si agregamos que hay piqueteros que les responden, sindicalistas corruptos que les hacen de mayordomos y hasta izquierdas que les resultan funcionales, podríamos decir que no hay un lugar en donde los derechistas neoliberales no se hayan metido o manipulken de algún modo. La pregunta es .¿Para qué quieren más? No. No quieren más, pero quieren que dure para siempre. Y para que la derecha sea para siempre necesitan verdaderos militantes de derecha. ¿Cómo obtenerlos? Del mismo modo que los obtuvo el Fuhrer en Alemania o Bush en EEUU: sumando miedo, frustración y enojo. Y esto es lo que hace el ex_ hippie de dulce voz, busca cuadros, gente que se diga de derecha.
Para hacer eso su nota empieza: “El señor González supo tener casa, mujer, auto e hijos. Después, el divorcio lo dejó en calzoncillos. Ahora vive solo en un departamento alquilado, donde sopla el viento de Siberia. Desde que le ocurrieron estas cosas, se ha convertido en un hombre de derecha.”. Va atando cabos y dice que si su ex_mujer lo esquilma y que si a usted lo asaltaron 10 veces y perdió guiíta en el corralito….bueno, debe defender a Israel y definirse como derechista. Hanglin tiene mucho cuidado en este punto porque hay una vieja derecha malhumorada que era antisemita. Ya no. Hay que explicar claro esto porque el sr. González no parece ser muy inteligente y en cualquier momento podría colgar el cuadro de Hitler sobre la heladera. En cambio como compensación González podrá hablar mal todo lo que quiera de los “negros de m” y otros “impresentables” . Dice entonces Hanglin respecto a su querido Sr. González.…”Ha dejado atrás las ilusiones de su juventud (peronismo, socialismo, nacionalismo, radicalismo, marxismo, Flower Power) y ahora sólo anhela una Justicia rápida y severísima, una Policía de mano dura y un país provisto de cárceles. Grandes, espaciosas, civilizadas y sobre todo seguras, en el sentido que los criminales no puedan escapar hasta que hayan purgado sus condenas, que en delitos graves (asalto con armas, homicidio, violación) deberían ser de por vida”.. Y agrega luego:…” En materia de trabajo y negocios, el señor González está un poco desilusionado porque fue esquilmado varias veces por el Estado argentino: le tocó sobrellevar el Rodrigazo, hiperinflación 1, hiperinflación 2, el corralito, el corralón...y hasta tuvo la mala suerte de que estatizaran las AFJP, justo cuando había depositado voluntariamente unos 100.000 dólares que nunca volverán. “… Acá se entiende porqué el sr. González debe ser un hombre sin estudios universitarios. Cualquiera que tenga algo de neuronas se daría cuenta que el caso de la reestatización de las jubilaciones es inverso al caso del corralito y del rodrigazo. En este caso el Estado Argentino rescató las jubilaciones argentinas de la timba internacional que los podría haber transformado en humo. Pero esto es muy complicado de entender para el sr. González. Hanglin apunta bien porque este señor enojado en cuyo departamento alquilado soplan los vientos de Siberia ni siquiera quiere que le vaya bien.. Será inútil que alguien le diga que el corralito, corralón e hiperinflaciones lo produjeron las políticas de derecha de los sucesivos ministros de Economía entrenados por el neoliberalismo en Chicago, nadie le recordará que su ex mujer le saca plata, producto de una ideología consumista difundida por las revistas de derecha que su señora lee o por los vulgares programas de TV que mira . Sus ideas no son distintas y lo único que lamenta es que el abogado de su ex sea mejor que el suyo. Pero en cambio puede pedir que no le den una modesta casita a los villeros, que apaleen a los mendigos y se los saquen de la vista, que no desperdicien plata en dar subsidios a los pobres, que no se casen los gay, que metan preso a un pibe por fumar un porro, que venga mano dura aun sabiendo que los manos duras ni se ocupan de la criminalidad sino del espionaje político y de armar estrategias de represión. Esas miserias vergonzosas hacen feliz al Sr. González.

25 de diciembre de 2009

El neoliberalismo como ideología hegemónica: Nacimiento, apogeo y crisis

Por Walden Bello

Artículo sobre cómo una ideología logra la hegemonía, cómo se mantiene
la hegemonía, y qué sucede cuando las pretensiones de una ideología se
contradicen con la realidad
El siguiente texto fue presentado en la sesión plenaria de la
Conferencia Nacional de la Sociedad de Sociología de Filipinas el 16
de octubre de 2009

El neoliberalismo es una perspectiva que defiende el mercado como
regulador esencial de la actividad económica y con objeto limitar al
mínimo la intervención del Estado en la vida económica. Neoliberalismo
en los últimos tiempos se ha identificado con la economía, habida
cuenta de su hegemonía como un paradigma dentro de la disciplina, es
decir, su exclusión de otras perspectivas como formas legítimas de
hacer economía. Dado que la economía se considera en muchos círculos
como una ciencia dura, tanto como la física del ser, por ejemplo, el
neoliberalismo ha tenido una influencia tremenda y generalizada no
sólo en los círculos académicos sino en los políticos. Si bien la
Universidad de Chicago se convirtió en la fuente de la sabiduría
académica, en los círculos tecnocráticos el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial se veían como las instituciones clave
para trasladar la teoría a la política, a un conjunto de
prescripciones prácticas que se aplicasen a todas las economías.
Es sorprendente darse cuenta de cómo el neoliberalismo relativamente
reciente se ha convertido en un paradigma hegemónico. Todavía en la
segunda mitad del siglo XX la economía keynesiana (años 70), que
promueve una buena dosis de intervención estatal como elemento
necesario para la estabilidad y el crecimiento sostenido, era la
ortodoxia. En lo que solía conocerse como el Tercer Mundo, el
desarrollismo era el enfoque dominante. Hubo una tendencia
conservadora del desarrollismo y otra progresista, pero ambas vieron
el Estado, más que el mercado, como el mecanismo central del
desarrollo.
En Filipinas, el neoliberalismo llegó por primera vez en la forma del
programa de ajuste estructural impuesto por el Banco Mundial a
principios de 1980, en un intento de este último de reforzar la
capacidad de la economía al servicio de su deuda externa abrumadora.
El ajuste estructural ayudó a desencadenar la crisis económica de
principios de 1980, su efecto de contracción significó el inicio de la
recesión mundial. [1] La crisis [de Filipinas] fue la peor desde la
Segunda Guerra Mundial, pero el papel de la economía neoliberal en
ella se vio empañado por su coincidencia con la profunda crisis
política desencadenada por el asesinato de Aquino en agosto de 1983.
Para la mayoría de los filipinos, Marcos fue la causa de ambas crisis.
¿Triunfo por defecto?
Durante el período de Aquino, la economía neoliberal comenzó su
ascenso a la supremacía ideológica.
En primer lugar, se asoció con varios intelectuales y tecnócratas
cercanos a la administración Aquino, que había sido fuertemente
influenciada por los gobiernos de Reagan y Thatcher sobre sus
experimentos de libre mercado en Estados Unidos y Gran Bretaña. Entre
ellos el economista Bernie Villegas y el secretario de Hacienda de
Cory Aquino, Jesús Estanislao. Otro centro clave del neoliberalismo
emergente fue la Escuela de Economía de la Universidad de Argentina,
que había redactado un Libro Blanco sobre la economía de Filipinas en
1985.
En segundo lugar, los análisis remitidos por estos intelectuales
estaban en sintonía con el sentir popular. Situaban los problemas
económicos del país en lo que se conoce como "capitalismo de amigos",
o el uso de las agencias estatales para favorecer los intereses
privados de algunos allegados del dictador [Ferdinand Marcos]. El
asalto directo sobre el estado keynesiano, tachado de ineficaz, fue la
característica más destacada del thatcherismo y el reaganismo y un
elemento subsidiario en el caso para la libertad de mercado.
En tercer lugar, no había alternativa creíble al neoliberalismo. El
desarrollismo keynesiano, que promovió el papel del Estado como factor
estratégico en la primera fase de la ascensión al desarrollo, se vio
comprometido por su personificación en la dictadura de Marcos. En
cuanto a la visión de la izquierda de "industrialización nacionalista"
o "nacional democrática" de la economía, no fue más allá de retóricas
y apenas había sido popularizado en el período anterior a la
sublevación de EDSA, tal vez debido a la prioridad que el Partido
Comunista ponía en la lucha anti-fascista, que exigía infravalorar la
opinión de que la democracia nacional es la antesala del socialismo,
para formar un frente amplio con los elementos anti-dictatoriales de
la élite. Luego, tras el levantamiento de EDSA, la articulación de una
alternativa fue desbaratada por la preocupación de la izquierda por
las consecuencias de su falta de participación en el acto final de la
expulsión de Marcos.
En resumen, la perspectiva neoliberal triunfó por defecto, y esta
ausencia de alternativas creíbles a nivel nacional fue complementada
por cuatro acontecimientos a nivel internacional: el colapso del
socialismo centralizado en Europa oriental, que parecía ofrecer el
golpe de gracia a la alternativa socialista, la crisis del modelo
socialdemócrata sueco, el aparente éxito de las revoluciones de Reagan
y Thatcher en la revitalización de las economías estadounidense y
británica, y el aumento de la reciente industrialización de Asia
Oriental. Los cuatro [acontecimientos] tuvieron un impacto en el
pensamiento de la clase media y las élites, que son, por cierto,
llamadas "clases llenas de palabrería" debido a su función discursiva
central en la legitimación de las perspectivas sociales y políticas.
¿Cómo fue interpretado el "milagro asiático" por los neoliberales?
Vale la pena observar cómo el aumento de las economías vecinas fue
interpretado por los neoliberales para mistificar el neoliberalismo.
En opinión de los neoliberales, la clave del el éxito de nuestros
vecinos era la hegemonía del mercado. Como dijo Jesús Estanislao, "el
gobierno se debe ocupar de una serie de actividades macroeconómicas,
como la construcción de infraestructura, por ejemplo, dejando todo lo
demás para el sector privado". Y eso es exactamente lo que Singapur,
Malasia, Indonesia y Tailandia han hecho, y eso es lo que México está
haciendo, y estamos empezando a hacerlo. "[2]
La realidad, sin embargo, es que si bien es cierto que en Indonesia,
Malasia y Tailandia, el Estado puede haber jugado un papel menos
agresivo que en Corea y Taiwán, el Estado fue el principal impulsor de
la industrialización. Por ejemplo, Tailandia comenzó a registrar tasas
de crecimiento del 8 al 10 por ciento, deslumbrando al mundo, cuando
dio inicio a una fase de "sustitución de importaciones"-el uso de la
política comercial para crear el espacio para el surgimiento de un
sector de bienes intermedios- durante la segunda mitad de la década de
1980 [3].
En el caso de Malasia, si bien es cierto que algunas privatizaciones y
la desregulación a favor de intereses privados se llevó a cabo a
finales de 1980, sería un error subestimar el impacto de estas
políticas. La compañía petrolera estatal, Petronas, fue siempre
calificada como una de las mejores de Asia del Este y una de las
empresas más innovadoras y exitosas en la región de Asia oriental era
el conjunto dirigido por el Estado bajo la fórmula del joint venture
entre una empresa estatal y una empresa de automóviles extranjeros,
Mitsubishi, que produjo el Proton Saga, emblema de Malasia, que llegó
la saga a controlar dos tercios del mercado nacional y generó un
beneficio para sus productores, un ejemplo de todos los pecados de la
política industrial que los economistas neoclásicos, como Estanislao,
habían advertido: trato fiscal discriminatorio para los competidores,
orientación estratégica industrial para manipular los incentivos de
mercado para crear una industria local de automóviles y presión a las
fuentes locales [fabricantes] de componentes para fomentar el
crecimiento de las industrias proveedoras locales [4].
En Indonesia, el Estado se mantuvo durante los años 1980 y 1990 como
actor clave en la economía, con empresas estatales aportando alrededor
del 30 por ciento del PIB total y cerca del 40 por ciento del PIB no
agrícola. Los gastos de capital como porcentaje del presupuesto del
gobierno llegaron al 47 por ciento en Indonesia mientras que en
Tailandia se elevó la cifra de 23 a 33 por ciento. En cambio, en
Filipinas, los tecnócratas de Aquino empujaron hacia abajo los gastos
de capital como porcentaje del presupuesto nacional del 26 a 16 por
ciento. Dado que el gobierno es el mayor inversor en una economía,
esta reducción radical de los gastos de capital no podía sino tener un
impacto en los resultados económicos. Mientras Filipinas crecía con un
1-2 por ciento nuestros vecinos lo hacían en tasas del 6 al 10 por
ciento.
En suma, nuestros tecnócratas neoliberales se deslumbraron hasta el
punto de envidiar el rendimiento de nuestros vecinos, pero no
identificaron correctamente la razón para ello. Alegaron que era el
mercado, cuando en realidad era el Estado. Si bien una cierta
liberalización que estaba produciendo en las economías de nuestros
vecinos, esa la liberalización era selectiva en el contexto de un
proteccionismo estratégico impulsado por el Estado, cuyo objetivo era
profundizar en la estructura industrial.
El apogeo del neoliberalismo
Estas ideas, por desgracia, tienen consecuencias y tal vez no hay
mejor manera de ilustrarlo que el esfuerzo para hacer de Filipinas un
NIC ( "país de reciente industrialización") en el año 2000, como se
dijo, a través de la globalización, es decir, la integración acelerada
de Filipinas en el mercado mundial y los circuitos de producción a
través del comercio y radical liberalización de las inversiones. El
neoliberalismo vivió su fase más doctrinaria y más influyente con el
gobierno del presidente Fidel Ramos.
Lo que podríamos llamar la "neoclasificación" de la tecnocracia de
Filipinas que se hizo en el gobierno Ramos no muestran tanto el
carácter de un golpe de estado intelectual como de un traspaso gradual
de las alturas estratégicas de la tecnocracia de libre mercado hacia
los ámbitos académico, gubernamental y empresarial, muchos de los
cuales habían realizado estudios en los años 1970 y 1980 en los
Estados Unidos y Gran Bretaña, cuando el estado keynesiano había
perdido su brillo y el neoliberalismo se había puesto de moda en los
departamentos de economía de las universidades de los EEUU. Muchos
hicieron sus postgrados en el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional, incluido el Ministro de Finanzas de Ramos, Roberto de
Ocampo. El y sus colegas que han desempeñado un papel destacado de
giro del país [hacia el neoliberalismo] actuaron así no sólo por la
presión externa del Banco Mundial y el FMI, sino también pos sus
creencias "impuestas, tal vez, pero también por dirección política
[del gobierno]"[5]. Además, surgió un amplio consenso" entre las
élites y la clase media en torno a las reformas de libre mercado"[6],
En cualquier caso, la revolución liberal había logrado una masa
crítica en el momento en que Ramos llegó al poder y su hegemonía se
consolidó durante su administración[7].
La pieza central del programa neoliberal durante este período fue la
liberalización arancelaria: la Orden Ejecutiva 264 de Filipinas se
comprometió a bajar las tarifas en todos los productos, menos algunos
sensibles, entre el 1-5 por ciento en 2004. En su afán de ponerse al
día con nuestros vecinos, lo que nuestros tecnócratas hicieron fue
copiar la impresionante tasa de crecimiento del Chile de Pinochet sin
ver la desindustrialización y la enorme crisis social provocada por
sus políticas de libre mercado.
Además de la liberalización arancelaria radical, el régimen de
inversión extranjera fue liberalizado, se flexibilizaron las normas
bancarias para que los bancos extranjeros estableciesen sus
operaciones en el país, y la cuenta de capital fue casi totalmente
liberalizada para atraer a los inversores especulativos, haciendo el
peso [moneda filipina] totalmente convertible, permitiendo la
utilización completa e inmediata de los beneficios, y la plena
utilización de las cuentas en moneda extranjera. En efecto, en la
unidad de la administración para alcanzar a sus vecinos, la atracción
de la inversión especulativa mediante la eliminación de las barreras
de entrada y salida de capital se convirtió en la vanguardia de su
estrategia la globalización.
La administración también garantizó que la liberalización se
mantendría con los regímenes sucesivos, siendo difícil el dar marcha
atrás en estas medidas. Filipinas se unió a la Zona de Libre Comercio
de la ASEAN (AFTA), con arancel preferencial de sus efectivos. Bajo
este esquema, el año próximo, 2010, todas las tarifas, excepto las de
arroz, se reducirán a 0 y 5 por ciento. Más importante aún, Filipinas
se unió a la Organización Mundial del Comercio en 1995, una medida que
exige la revisión de una gran cantidad de leyes que rigen el comercio,
la inversión, y los derechos de propiedad intelectual para que nuestro
ordenamiento jurídico sea "compatible con la OMC".
La economía creció una media del 4 por ciento durante el período de
Ramos, sobre todo porque después de los años de Aquino, no había lugar
a donde ir sino hacia arriba.
Consecuencias de la crisis financiera de Asia
Esta ilusión fue rota por la crisis financiera asiática de 1997. Los
fondos especulativos, unos 4.600 millones de dólares, salieron del
país. La salida masiva de capital resultó en una recesión y el
estancamiento de 1998 a 2000.
La crisis financiera asiática dio lugar a una recepción más crítica
del neoliberalismo en algunos círculos de elite y clase media. Se
comenzó a ver otros países, como Argentina, que debido a su
cumplimiento con el Acuerdo de la Organización Mundial del Comercio en
la Agricultura, la Argentina se transformó de un país exportador neto
de alimentos a un país importador neto de alimentos desde mediados de
la década de 1990. La liberalización de la industria de inicio con el
ajuste estructural de los años ochenta dio lugar a la erosión
irreversible de la base industrial del país. La lista de cierres de
industrias productoras de papel, textiles, cerámica, productos de
caucho, muebles y accesorios, productos petroquímicos, bebidas,
madera, zapatos, aceites de petróleo , accesorios de vestir, y
artículos de cuero es extensa. En los primeros años de esta década, la
industria textil del país se había reducido de 200 a menos de 10
empresas [8].
El veredicto más convincente de más de dos décadas de liberalización
lo dio el entonces secretario de Hacienda, Isidro Camacho, Jr., en
2003: "Hay una aplicación desigual de la liberalización del comercio,
que es una desventaja para nosotros" *9+ (…) "la reforma arancelaria
"ha matado a tantas industrias locales." [10] En otros países, la
pérdida de la base industrial local a menudo ha sido contrarrestada
por los neoliberales, citando mejoras en el bienestar de los
consumidores. Esto no fue posible en las Filipinas, donde la tasa de
pobreza se mantuvo estancada en 32-35 por ciento de la población.
Grupos de la sociedad civil, así como grupos de presión de la
industria local, como la Alianza de Libre Comercio (TLC) fueron
centrales en el descrédito de la doctrina neoliberal. Sin embargo, el
papel desempeñado por ciertos órganos de gobierno no debe ser
subestimado. Por ejemplo, el Departamento de Agricultura ha liderado
con éxito la oposición a una mayor liberalización del comercio
agrícola en la OMC. De hecho, este personal [del Departamento de
Agricultura] trabaja en estrecha colaboración con grupos de la
sociedad civil.
El enfoque doctrinario neoliberal, que fue dominante bajo la
administración Ramos ha dado paso en los últimos años a una
perspectiva más pragmática porque los datos disonantes ya no pueden
ser eliminados. Si bien la tendencia hacia la reducción de aranceles
sigue dominando, ahora hay varios casos de inversión. Por ejemplo, un
comité de revisión del gobierno constituido con arreglo a la Orden
Ejecutiva 241 plantea tarifas en 627 de 1371 bienes producidos
localmente para prestar socorro a las industrias que sufren la
competencia de las importaciones.
El reciente colapso de la economía mundial debido, entre otras cosas,
a la ausencia de regulación de los mercados financieros ha erosionado
aún más la credibilidad del neoliberalismo. Sin embargo, sigue
ejerciendo una fuerte influencia en nuestros economistas y gestores
económicos. En las recientes audiencias sobre el presupuesto en la
Cámara de Representantes, la liberalización del comercio se defiende
como conducente a una mayor "competitividad"; no se habla de la
posibilidad de renegociar nuestra deuda externa al parecer porque nos
dará una mala reputación en los mercados mundiales de capital, la
globalización sigue siendo alabada como la ola del futuro, y reducir
los gastos de capital para equilibrar el presupuesto, incluso si con
esto invitamos a una recesión más profunda [11].
¿Por qué esta invocación continua de los mantras neoliberales, cuando
las promesas del neoliberalismo han sido contradichas en cada ocasión
por la realidad?
En primer lugar, el discurso de la corrupción sigue siendo
generalizada para explicar el subdesarrollo de Filipinas. En este
discurso, el Estado es la fuente de corrupción, de manera que tener un
mayor papel del Estado en la economía, incluso como regulador, es
visto con escepticismo. Para muchos filipinos, y no sólo en el
discurso de configuración de la clase media, el estado de corrupción -
y no las relaciones de desigualdad generada por el mercado y la
erosión de los intereses económicos nacionales provocada por la
liberalización del comercio y los mercados de capitales - es
considerado como el mayor obstáculo para el desarrollo y el
crecimiento económico sostenido. No es éste el lugar para discutir
esta creencia en detalle, basta con decir en este punto que esta
supuesta correlación entre la corrupción y el subdesarrollo y la
pobreza tiene poca base en la realidad. [12]
En segundo lugar, a pesar de la profunda crisis del neoliberalismo, no
ha habido ningún paradigma alternativo creíble o discurso que ha
surgido, ya sea local o internacional. No hay nada como el reto que
plantea la economía keynesiana al fundamentalismo de mercado durante
la Gran Depresión. Los retos planteados por economistas estrellas como
Paul Krugman, Joseph Stiglitz, Dani Rodrik seguirán haciéndose dentro
de los límites de la economía neoclásica, con su ecuación de bienestar
social con la reducción del coste unitario de producción. Nos guste o
no, no sólo los economistas, los intelectuales en general, buscan
orientación en el extranjero, incluidas las de los críticos del
establecimiento.
Hay un tercer motivo. La economía neoliberal sigue proyectando una
imagen de la ciencia dura, debido a haber sido cuidadosamente
matematizada. A raíz de la reciente crisis financiera, la
formalización extrema y el matematización de la disciplina ha sido
objeto de críticas desde dentro de la profesión económica en sí, con
algunos alegando que la metodología más que de fondo se ha convertido
en el final de la práctica económica, con la disciplina, como
resultado, perdiendo su contacto con las tendencias del mundo real y
sus problemas. Podría valer la pena señalar que John Maynard Keynes,
una mente matemática sí misma, se opuso a la matematización de la
disciplina, debido precisamente a la falsa sensación de solidez que le
dio a la economía. Como señala su biógrafo, Robert Skidelsky, Keynes
era "famoso por su escepticismo acerca de la econometría", los números
para él eran "simplemente pistas, los disparadores para la
imaginación", en lugar de las expresiones de certezas o las
probabilidades de los acontecimientos pasados y futuros. [13]
Superar el neoliberalismo, en definitiva, implica ir más allá de la
adoración de los números que a menudo actúan como un sudario a lo
real, más allá del cientificismo con que se enmascara a sí mismo como
ciencia.
________________________________________
Walden Bello es miembro de la Cámara de Representantes de la República
de Filipinas. Anteriormente profesor de sociología en la Universidad
de Filipinas en Diliman, es autor o co-autor de 15 libros, el último
de los cuales es Guerras de Alimentos (Londres: Verso, 2009). También
es presidente de la Freedom from Debt Coalition y analista senior de
Focus on Global South.
Notas
[1] Charles Lindsay, "la economía política de la reforma de la
política económica en las Filipinas: La continuidad y la
Restauración", en Andrew McIntyre y Kanishka Jayasuriya, eds., La
dinámica de la reforma de la política económica en Filipinas
(Singapur: Oxford University Press, 1992).
[2] Jesús Estanislao, entrevistado por Marco Mezzera, 13 de noviembre de 1996.
[3] Véase Chaopath Sasakul, Lecciones de la experiencia del Banco
Mundial de los Préstamos de Ajuste Estructural (PAE): Un estudio de
caso de Tailandia (Bangkok: Tailandia Instituto de Investigaciones
para el Desarrollo, 1992), p. 19, y Narongchai Akrasanee, David
Dapice, y Frank Flatters, la exportación de Tailandia, encabezada por
el crecimiento: Retrospectiva y perspectivas (Bangkok: Tailandia
Instituto de Investigaciones para el Desarrollo, 1991), p. 17.
[4] Véase, entre otros, Richard Doner, "Las coaliciones nacionales y
empresas automovilísticas japonesas en el sudeste de Asia", tesis
doctoral, Universidad de California en Berkeley, 1987, pp. 511-596.
[5] Citado en Jenina Joy Chavez, configuración de la economía política
de Filipinas: el papel de los activistas neoclásicos (Manila: Modo,
1996), p. 9.
[6] Ibid.
[7] Ibid.
[8] Alianza de Comercio Justo, Stop desindustrialización: Vuelva a
calibrar Filipinas los Aranceles Aduaneros Ahora (Manila: Comercio
Justo de la Alianza, 2003), p. 16.
[9] Citado en Eric Boras, "gobierno pierde miles de millones a las
reducciones arancelarias," Business World, 20 de octubre de 2003.
[10] Ibid, p. 26
[11] Observaciones del representante Junio Cua, Presidente del Comité
de Asignaciones, durante las deliberaciones sobre el Presupuesto de la
República 2010 México, 6 de octubre de 2009.
[12] Véase Herbert Docena, "La corrupción y la pobreza: ladrando al
árbol equivocado", En Walden Bello, Herbert Docena, Marissa de Guzmán,
y Marylou Malig, eds., El Desarrollo Anti-Estatal: La economía
política de la crisis permanente en Filipinas (London: Zed Press, p.
281.
[13] Robert Skidelsky, John Maynard Keynes: La Economía como salvador
(London: Penguin Books, 1992).

23 de diciembre de 2009

La cultura en crisis

Si bien es cierto que la educación formal y como institución está en crisis a causa de imposturas escolares y didácticas surgidas, tal vez, por una dogmática y a menudo parcial y hasta deformada interpretación de ciertas corrientes psicológicas y pedagógicas que se convirtieron en la Biblia de muchos tecnócratas de las Ciencias de la Educación y, por su puesto, por los estragos del capitalismo que tiende a empobrecer cada vez más a los sectores populares ( empobrecimiento económico y educativo) con la única finalidad de asentar el dominio y la explotación, el neoliberalismo de la mano de sus cómplices intelectuales lleva adelante otra empresa que tiende a lograr la hegemonía total de una ideología única y a afianzar la injusticia que conlleva el imperio del capitalismo: esa operación es el empobrecimiento cultural de la población hasta sumirla en una creciente barbarie, incapaz de crítica, posibilidad de rebelión y determinación. En suma, el neoliberalismo excluye a extensas franjas de población (en todos los continentes) de la cultura.

Canalización mediática, repetición de slogans de propaganda, construcción de sujetos a la medida del sistema, vaciados de libertad, de creatividad y cada vez más alejados de la historia y los bienes culturales que han engendrado las generaciones, ausencia de memoria y lectura, gusto estereotipado por las urgencias mercantiles, lenguaje empobrecido y violento, relaciones paranoicas, casi en carne viva, donde el otro se presenta casi como un enemigo y no como un semejante, tal es el paisaje donde se mueven los habitantes del planeta.

Qué lejos parecen quedar los intentos de la educación promovida por los intelectuales de izquierda en las décadas del 20 y el 30, cuando los escritores, pintores, librepensadores, se reunían en torno a la utopía del saber y el esclarecimiento. Recordemos al famoso grupo de Boedo, cuya colección Los Pensadores enriqueció las modestas bibliotecas de los trabajadores, maestros y jóvenes que adquiría los números que publicaba la Editorial Claridad por unos centavos. A través de precarias ediciones se difundieron entre los trabajadores y la clase media los clásicos desde Homero, Ovidio y Cicderón, hasta Esquilo y Eurípides y los modernos como Shakespeare, Cervantes, Goethe, Balzac, Zola y pensamiento de Marx, Lenin, Diderot, Martí, Bolívar y muchos otros. Ingenuidad, utopismo, dirán algunos.- Los cierto es que esas heroicas patriadas a favor del saber y la difusión del pensamiento y la crítica tienen que ver con algo que ha caído: los ideales y con ellos todo lo que constituye las identificaciones y los proyectos, en un mundo vacío, sin brújulas ni porvenir, regido por el Amo Absoluto del mercado que convierte en mercancía todo lo que toca.



En este punto, nos preguntamos sobre el papel del intelectual en nuestros días que, por supuesto ya no será el del utopismo de los años 20 o el compromiso sartreano de los 60 o la militancia de los 70, sino una labor compleja y consustanciada con la época, con la ciencia, las comunicaciones, con los medios, en suma, la labor de una función de conciencia en la maquinaria de la época.

De todos modos, inscribimos nuestra admiración a la difusión masiva, pragmática y a la vez idealista del grupo de Boedo. Y por eso y pensando en el futuro y en el Bicentenario que nos aguarda levantamos las copas para brindar por un 2010 pleno de utopías y actos en pos de la unidad nacional y continental.

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