30 de diciembre de 2009

LA DERECHA SALE DEL PLACARD

Por María Sola

Rolando Hanglin, en un texto imperdible que publica el matutino La Nación en noviembre, abandona la hipocresía y le dice al señor González, un personaje inventado por él, que si piensa así, también debe pensar así y así y que por lo tanto debería reconocerse como un hombre de derecha. El personaje de Hanglin es un típico malhumorado urbano al estilo de la película “Un día de furia”. Un hombre de mediana edad, sin estudios universitarios, comerciante del barrio de Flores que ha sido bombardeado por la inseguridad real y por la sobreactuación de la inseguridad que hacen los medios de comunicación y por la avaricia de su ex mujer que no le tiene piedad a la hora de sacarle plata ¿Pero cuáles son las ideas que debe pensar el Sr. González para ser un hombre de derecha? Ha comprado el paquete que inculcan maestros de la moral pública como el Baby Etchecopar de Radio 10:: mano dura y penalización a los adolescentes , represión a los piqueteros incluso violenta , fastidio porque se les de vivienda u otros bienes gratis a los más pobres, rebelión contra el pago de impuestos, quejas en contra de la libertad juvenil en los colegios secundarios, oposición al matrimonio gay, solicitud de cárcel para los adictos y pedidos de orden y de rigor de varias índoles que incluyen desde la queja porque la ex señora le saca plata hasta la forzada fobia a Irán y simpatía por Israel, cosas que al señor de Flores ni le van ni le vienen, pero que se le dice claramente que si quiere ser un buen señor de derecha debe pensar. Luego Hanglin, nuestro ex pacifista conocido como el “hippie viejo”, concluye con una pregunta nada sutil: “¿Y usted, amigo lector: ¿Es como el señor González, un hombre de derecha? Tal vez pertenece a la derecha pero todavía no se dio cuenta.”
Analicemos un poco. Cuando dijo la verdad la derecha argentina nunca logró triunfar por las urnas. No es para menos. No hay ninguna razón por la cual la población necesite un gobernante que proponga enriquecer a pocos y empobrecer a muchos, usar el Estado para hacer negocios, vender lisa y llanamente los recursos naturales de su país a cambio de papel impreso sin fondos o cobrarle diez veces más cara el agua porque se la regalaron a una multinacional o a los testaferros o que se haga una reforma educativa para bajar el nivel de los chicos para que no piensen y por lo tanto no molesten. Esas cosas no se dicen, se hacen. Los derechistas, que rara vez se autodefinen como tales, replicarán que esos no son los objetivos de la derecha pero todos sabemos que eso es lo que hacen cuando logran el Ministerio de Economía y algún otro hueco en cualquier gobierno .Décadas de políticas neoliberales en el planeta han mostrado que las políticas de la derecha son iguales en todo el mundo y que han dejado un rastro de arrasamiento cultural, contaminación, saqueo e inequidad social que apenas puede ser ocultado por un aparato de desinformación sin precedentes.
Pero la derecha en general no dice la verdad ni necesita hacerlo. Tienen un ejército de publicistas especialistas en meter gato por liebre y en las décadas de oro compraron todos los medios de comunicación. Se presentan disfrazados de Caperucita, Barbie, Ken, Raúl Castells o de Papá Noel o el Rabino Bergman y se instalarán en los quebrantados partidos políticos tradicionales que, pese a todo, son los que todavía tienen el poder a la hora de contar los desanimados votos. A cara de piedra hablarán con tono edulcorado de “república “, “democracia” o de “derechos ciudadanos” o de “justicia social”, compraran los símbolos partidarios de este o de aquel partido como si fueran el merchandising de una marca de perfumes, da igual. Lo que hace falta es llegar al poder.
Pero si tenemos derechistas neoliberales en el justicialismo, en el radicalismo y en el socialismo y en nuevas corrientes de ambigua retórica como el “lilismo” y si a eso agregamos que la cúpula eclesiástica les es fiel pese a la atroz contradicción entre los principios que defiende la derecha y el Nuevo Testamento y si agregamos que hay piqueteros que les responden, sindicalistas corruptos que les hacen de mayordomos y hasta izquierdas que les resultan funcionales, podríamos decir que no hay un lugar en donde los derechistas neoliberales no se hayan metido o manipulken de algún modo. La pregunta es .¿Para qué quieren más? No. No quieren más, pero quieren que dure para siempre. Y para que la derecha sea para siempre necesitan verdaderos militantes de derecha. ¿Cómo obtenerlos? Del mismo modo que los obtuvo el Fuhrer en Alemania o Bush en EEUU: sumando miedo, frustración y enojo. Y esto es lo que hace el ex_ hippie de dulce voz, busca cuadros, gente que se diga de derecha.
Para hacer eso su nota empieza: “El señor González supo tener casa, mujer, auto e hijos. Después, el divorcio lo dejó en calzoncillos. Ahora vive solo en un departamento alquilado, donde sopla el viento de Siberia. Desde que le ocurrieron estas cosas, se ha convertido en un hombre de derecha.”. Va atando cabos y dice que si su ex_mujer lo esquilma y que si a usted lo asaltaron 10 veces y perdió guiíta en el corralito….bueno, debe defender a Israel y definirse como derechista. Hanglin tiene mucho cuidado en este punto porque hay una vieja derecha malhumorada que era antisemita. Ya no. Hay que explicar claro esto porque el sr. González no parece ser muy inteligente y en cualquier momento podría colgar el cuadro de Hitler sobre la heladera. En cambio como compensación González podrá hablar mal todo lo que quiera de los “negros de m” y otros “impresentables” . Dice entonces Hanglin respecto a su querido Sr. González.…”Ha dejado atrás las ilusiones de su juventud (peronismo, socialismo, nacionalismo, radicalismo, marxismo, Flower Power) y ahora sólo anhela una Justicia rápida y severísima, una Policía de mano dura y un país provisto de cárceles. Grandes, espaciosas, civilizadas y sobre todo seguras, en el sentido que los criminales no puedan escapar hasta que hayan purgado sus condenas, que en delitos graves (asalto con armas, homicidio, violación) deberían ser de por vida”.. Y agrega luego:…” En materia de trabajo y negocios, el señor González está un poco desilusionado porque fue esquilmado varias veces por el Estado argentino: le tocó sobrellevar el Rodrigazo, hiperinflación 1, hiperinflación 2, el corralito, el corralón...y hasta tuvo la mala suerte de que estatizaran las AFJP, justo cuando había depositado voluntariamente unos 100.000 dólares que nunca volverán. “… Acá se entiende porqué el sr. González debe ser un hombre sin estudios universitarios. Cualquiera que tenga algo de neuronas se daría cuenta que el caso de la reestatización de las jubilaciones es inverso al caso del corralito y del rodrigazo. En este caso el Estado Argentino rescató las jubilaciones argentinas de la timba internacional que los podría haber transformado en humo. Pero esto es muy complicado de entender para el sr. González. Hanglin apunta bien porque este señor enojado en cuyo departamento alquilado soplan los vientos de Siberia ni siquiera quiere que le vaya bien.. Será inútil que alguien le diga que el corralito, corralón e hiperinflaciones lo produjeron las políticas de derecha de los sucesivos ministros de Economía entrenados por el neoliberalismo en Chicago, nadie le recordará que su ex mujer le saca plata, producto de una ideología consumista difundida por las revistas de derecha que su señora lee o por los vulgares programas de TV que mira . Sus ideas no son distintas y lo único que lamenta es que el abogado de su ex sea mejor que el suyo. Pero en cambio puede pedir que no le den una modesta casita a los villeros, que apaleen a los mendigos y se los saquen de la vista, que no desperdicien plata en dar subsidios a los pobres, que no se casen los gay, que metan preso a un pibe por fumar un porro, que venga mano dura aun sabiendo que los manos duras ni se ocupan de la criminalidad sino del espionaje político y de armar estrategias de represión. Esas miserias vergonzosas hacen feliz al Sr. González.

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